lunes, 31 de enero de 2011

Soledad

Soledad,
que me acompañas en este largo andar,
soledad de mis tormentos.

¿A dónde me llevas soledad?

Quiero sentirme como las rosas que perfuman el jardín del amor,
ser un pájaro,
volar a la libertad. 

A velocidad de un lucero fugaz quiero andar,
quiero llegar lejos,
quiero sentir la brisa fresca,
ver crecer a mis hijos,
morir de viejo Mirando el mar.

¡Que bueno eres!

Cuando el mundo duerme,
cuando los pájaros dejan el aire para sumergirse en el lodo,
es aquí señor,
aquí, cuando mi alma se eleva suplicante,
en éxtasis, y te pide perdón.

Perdón por ser polvo antes de morir,
perdón por no escuchar,
por no darte de comer,
por no darte de beber,
por alejarte de mí,
cuando disfrazado de enemigo te acercas.

 Entonces tú,
 extiendes tus manos,
 acaricias mi frente,
 me tomas en tus brazos y dices:
Vé y no peques más.


 Ver: Gálatas 5, 16-26 Graba esto y llévalo siempre como piel de tu ser